Introducción



Trayectos

Estuve viajando a lo largo de toda la semana yendo a parar unos días a Santiago de Compostela.

Viajar forma parte de mi trabajo. Muy probablemente, viajar, forma parte del trabajo de mucha gente. Si te toca viajar esporádicamente el hecho se convierte en acontecimiento. Para los más pesimistas en contratiempo.

En cambio, si es muy habitual, apenas reparas en los detalles del viaje. A no ser que ese “detalle” condicione notoriamente el viaje: Un grave retraso, la sorpresa de encontrarte con alguien conocido en un autobús, avión…

Esta semana que te comento, viajé en todo: Mi coche, el coche de otro, bus, metro, aviones… y taxis. Muchos taxis. Estoy repasando mentalmente y me subí a unos siete u ocho taxis.

Si eres habitual usuario de taxi sabrás que hay tantos taxis como taxistas. De hecho, hay más taxistas que taxis: Hay vehículos llevados por un par de ellos en turnos.

Aún así, podríamos agruparlos en dos grandes cajones: Los que no hablan y los que no callan. Pero si te quedas con eso, no repararás en los detalles. Y entonces te pierdes los acontecimientos. Quedando sólo los contratiempos.

taxi1

- ¡Buenas noches! ¿A donde vamos? Me dijo con una sonrisa que llamó mi atención. –Al Gran Hotel Santiago, por favor. Le contesté. -Y gracias por regalarme esta sonrisa a esta hora ya del día, añadí.

-Mire, sólo tengo dos momentos importantes para hacerlo: Cuando pregunto a donde vamos y cuando nos despedimos y le deseo que pase un buen día. ¡O una buena noche! Me añadió con un je je je un poco socarrón. -El resto del trayecto procuro dejar que el pasajero tenga su espacio.

-Pues a mi me gusta agradecer una sonrisa siempre que reparo en ella. Le dije.

Estaba yo pensando en la pregunta que me hizo y en como la hizo: ¿A donde vamos? Porque siempre he tenido dudas sobre quién lleva a quién cuando voy en taxi. Cuando interrumpió mis pensamientos: -Pero hoy es fácil sonreír, he tenido un día especial.

-¿Y eso? Le pregunté casi automáticamente. Más que por curiosidad, porque aprecié sus ganas de contarlo. Y lo hizo.

-Ayer se subió una mujer precisamente aquí, en el aeropuerto. Me dijo a donde quería ir sin dejar de hablar por el móvil. No hacía falta ser muy listo para apreciar la tensión de esa llamada. Sin poder evitarlo, me di cuenta que hablaba con su pareja:       

–Vale, pues no nos veremos, como quieras. Después de unos instantes y unos reproches, colgó.

A pesar de que ni la miré por el retrovisor, no pude evitar oír como ella empezaba a llorar intentando no hacer ruido.

Llevo toda la vida hablando con extraños sin mirarles a la cara. En el fondo creo que eso les hace sentir cómodos: El habitáculo de un taxi es un espacio demasiado pequeño para dos desconocidos.

Así que, sin pensarlo, empecé a hablar sabiendo que eso la sorprendería tanto que no me mandaría callar:

–El otro día mi hija me regaló una corbata. Ja ja ja ja ja ja hace años que me regala corbatas. Y eso que sabe que desde que hizo su primera comunión no me pongo ninguna, ja ja ja ja. Tiene más o menos su edad. Vive en Barcelona. Se llama María. Cualquiera podría pensar que regalarme una corbata a mí es la demostración que la relación entre mi hija y yo es casi inexistente. Pero es que ese regalo ya se ha convertido en un símbolo.

Durante un tiempo fue así, ella tenía sus problemas y no quería agobiarnos a su madre y a mi con ellos. Venía poco a vernos. En una de esas pocas ocasiones la vine a buscar aquí, al aeropuerto. Durante el trayecto no pudo más y me lo contó. Seguramente por lo que le digo: aquí, en el taxi, creo que soy capaz de hacer que la gente se encuentre cómoda. Y estando ahí sentada, donde está usted ahora, tuvimos una conversación entre padre e hija. A veces, la mayoría de las veces, la gente no quiere consejos. A veces, la gente sabe perfectamente lo que le conviene. Pero no se atreve a planteárselo. Para estas ocasiones lo que sirve es lo que llamamos pensar en voz alta. ¡Siempre que alguien te escuche y no parecer que estas loco! Ja ja ja ja ja. Después, mi hija y yo, nos fuimos a tomar un chocolate a la taza y nunca más volvimos a hablar del tema. Ese día fue el primero que me regaló una corbata. Ya sabe, quizá decidió que su destinatario no la merecía.

Estamos llegando. Mire, en esa parada estaré yo mañana por si quiere que la vuelva a llevar al aeropuerto. Y fíjese, ahí, es donde tomamos ese chocolate mi hija y yo. ¡Y lo hacemos desde entonces cada vez que viene!

Esta mañana estaba en la parada. Oigo que abren la puerta y, al girarme con mi sonrisa de bienvenida, veo a esa chica que, sonriente también, entra en el taxi. Yo ya sabía el destino, pero se lo pregunté para no incomodarla: -¿A donde vamos?. -Al aeropuerto, a casa.

Durante el trayecto, no le pregunté acerca del día anterior. Ni por si había ido a tomar ese chocolate. Solamente hablamos de los horarios, los retrasos y sobre si íbamos o no bien de tiempo. También me dijo que se llamaba Margarita.

Al llegar a la terminal me giré con mi sonrisa de despedida diciéndole: –Son 18 euros señorita. Pero apenas la vi salir del coche. Había dejado en el asiento un billete de 20 euros y un paquete. No pude evitar sonreír al comprobar que en el paquete había una corbata y una nota que decía: “Para el padre de María”.

¿Ve como hoy es fácil sonreír?

corbata

-Depende, le contesté yo impregnándome ya del espíritu gallego.

Esa respuesta mía, estando en Galicia, imagino que no le sorprendió. Sin embargo, durante unos instantes se hizo un silencio. De hecho, a pesar de que el taxista hablaba como una ametralladora, yo me había hecho con la historia. Empaticé incluso con Margarita. La vi debatirse entre el famoso me quiere-no me quiere o el si-no-si-no-si que acompaña siempre la imagen de esa flor. Me intrigó el no saber exactamente que la ayudó: Si era el haber llegado a tomar ese chocolate. O era el haberse cruzado un extraño que la supo tratar con delicadeza. Supongo que esto último. De ahí esa muestra de agradecimiento en forma de regalo.

-Depende de como le haya explicado a su mujer todo esto, Insistí. -Este mediodía aparece usted… ¡con una corbata de regalo! le dije riéndome. Él, entre risas también me contestó: Es que esa…, …esa es ya otra historia y ya hemos llegado a su hotel.

Trayectos. Si la vida es un camino, este camino no tendría sentido sin que la vivamos trayecto a trayecto. Este es un viaje, compuesto de innumerables trayectos.

Se debe vivir haciendo de cada trayecto algo memorable. Difícil, sí. Yo intento, al menos, no pasar desapercibido para los que me acompañan en cada uno de ellos. Intento también que nadie me pase desapercibido tampoco. Eso se hace cuidando los detalles. Esos que convierten el viaje en algo lleno de acontecimientos.

Me alegro de que, en ese trayecto, me encontrase un ángel en forma de taxista. Sólo tuve que estar atento. No importa quién lleva a quién en cada uno de los trayectos. Todos podemos ser un ángel.

Espero que siempre, en cada trayecto, te acompañe un ángel. Sólo hay que atender a los detalles. Y podrás verle las alas. Entonces todo lo que ocurra será un acontecimiento.

Te abrazo.

Tener razón o ser feliz

Una vez escribí (no sé si lo había leído en alguna parte):

“Preocúpate por tu conciencia, no por tu reputación, tú conciencia es lo que eres. Tu reputación es lo que otros piensan de ti, y lo que piensan es su problema.”

Jill Bolte Taylor era una acreditada neuróloga (neuroanatomista) cuando, en 1996, a los 37 años de edad, sufrió un ictus hemorrágico en el hemisferio cerebral izquierdo, del que fue testigo consciente, con una percepción mayor debido a su propia formación neurológica.

Según su testimonio, vivió toda aquella experiencia –ataque, diagnóstico, intervención, recuperación posterior durante ocho años- como “una bendición” que habría de cambiar su modo de vivir y de ver la vida.

Animada por un deseo de ayudar a quienes pueden sufrir un accidente similar, así como a los familiares o personas que les ayuden, en la actualidad se dedica a ofrecer conferencias sobre lo que fue su propia experiencia.

En realidad, su motivación es más amplia: quiere animar a las personas a entrar conscientemente en contacto con el hemisferio derecho de nuestro cerebro, con nuestra “mente derecha”, para vivir de un modo más pleno, en la gratitud, la alegría y la compasión que se experimentan cuando somos capaces de vivir en el presente.

Jill B. Taylor recogió esa experiencia, con lo que aprendió de ella, en un libro publicado en 2006: My Stroke of insight, que se tradució al castellano con el título Un ataque de lucidez.

Junto con la admiración que me despertó el modo como vivió su proceso de recuperación, me llamó mucho la atención el relato de las vivencias que tuvo durante el tiempo en que su hemisferio izquierdo fue anegado en sangre, quedando activo únicamente, en cierto modo, el derecho.

En concreto, me parece importante su invitación a conectar voluntariamente con nuestra “mente derecha”: es lo que hacemos cada vez que venimos al momento presente, volcados en lo que hacemos.

Hasta un cierto punto, se trata de una experiencia en la que no hay “pensamiento”, pero sigue habiendo “conciencia”. Lo que, en cualquier caso parece claro es que, para “venir” y “permanecer” en el hemisferio derecho, necesitamos aprender a acallar la mente: de hecho, una mente silenciosa es garantía de que nos hallamos en él.

Jill B. Taylor cuenta que vivió el “viaje hacia el abismo sin forma de una mente callada, donde la esencia de mi ser quedó envuelta en una profunda paz interior… Mi conciencia entró en una fase en la que sentía que era una con el universo”.

“Para la mente derecha (hemisferio derecho), no existe más tiempo que el momento presente: el ahora intemporal. Es un momento en que todo y todos estamos conectados como una sola cosa.

“El hemisferio izquierdo manifiesta ese concepto de tiempo en el que nuestros momentos se dividen en pasado, presente y futuro. Es también el centro de nuestro ego, quien define nuestro yo”.

En este vacío de cognición superior y detalles acerca de mi vida normal [tras padecer el ictus], mi conciencia ascendió a un estado de “saberlo todo”, de “ser uno” con el universo… "En lugar de un flujo continuo de experiencia que se pudiera dividir en pasado, presente y futuro, cada momento parecía existir en perfecto aislamiento… Sentí que mi espíritu renunciaba a su unión con este cuerpo y quedé liberada del dolor."

Me sentía como un genio liberado de su botella… Esa ausencia de límites físicos, mejor que el mejor de los placeres que podemos experimentar como seres físicos, era una beatitud gloriosa… Aquel día especial aprendí el significado de simplemente «ser»…"

“Toda mi concepción del yo cambió, porque ya no me percibía a mí misma como un individuo, un sólido, una entidad con contornos que me separaban de las entidades que me rodeaban. Comprendí que en lo más elemental soy un fluido… Mi alma era tan grande como el universo y se regocijaba alegremente en un mar sin límites… En algún lugar en el fondo de mí había un ser jubiloso."

[A partir de lo vivido durante la experiencia del ictus y del proceso de recuperación posterior], “la bendición que había recibido con aquella experiencia era el conocimiento de que la paz interior es accesible para cualquiera en cualquier momento… En cualquier momento podemos decidir conectar con la parte derecha de nuestro cerebro… La paz está sólo a un pensamiento de distancia, y lo único que tenemos que hacer para acceder a ella es acallar la voz de nuestra dominante mente izquierda…"

“Qué maravilloso don ha sido este ataque que me ha permitido elegir y decidir quién y cómo quiero ser en el mundo. Antes del ictus, creía ser un producto de este cerebro, con un poder mínimo para decidir qué sentía o qué pensaba. Desde la hemorragia, se me han abierto los ojos a la mucha capacidad de decisión que tengo en realidad sobre lo que ocurre entre mis orejas…"

La sensación de profunda paz interior se debe a un circuito neurológico situado en nuestro cerebro derecho. Este circuito está funcionando constantemente y siempre está a nuestra disposición para conectarnos a él. La sensación de paz es algo que ocurre en el momento presente… El primer paso para experimentar la paz interior es la voluntad de estar presente en aquí y el ahora… Pero lo más importante es que nuestro deseo de paz sea más fuerte que nuestro apego al sufrimiento, más fuerte que nuestro ego o nuestra necesidad de tener razón. Me gusta ese antiguo dicho que reza: «¿Quieres tener razón o quieres ser feliz?»”.

Preocúpate por tu conciencia, no por tu reputación, tú conciencia es lo que eres. Tu reputación es lo que otros piensan de ti, y lo que piensan es su problema.

No hay almohada más cómoda que una conciencia tranquila.

Te abrazo.

Globos

Esta es la historia de un niño. Un niño cualquiera. Seguramente como muchos. Y de como creció tanto él como su relación con los globos. Espero que disfrutes de este relato y de todo lo que hay en él.

Corrían los primeros sesentas y era aún muy niño. Tenía esa edad en la que su padre era un dios y su madre absolutamente todo.

globos

Con una imaginación e ingenio extraordinarios para jugar, mantenía, a pesar de todo, una extraña relación con los globos como objeto de juego. Le fascinaba la magia de sus lentos movimientos: Parecían no ser de este mundo. Eso le permitía innumerables fantasías como emular a un portero de fútbol. Se lanzaba a por él mientras su hermano se lo lanzaba alto a la altura del sofá. O simular jugadas en cámara lenta como si fuera una estrella de esas que su talento y estilo merecen ver las acciones una y otra vez. Pero…

Siempre hay un pero. En este caso dos. Por un lado aún tenía el temor, al asirlo, de que le explotara. Era aún muy niño. Y eso le producía cierto temor. Por otro lado, siempre caían. Sí, él había visto en el cine a niños que llevaban un globo con un cordel y éste se mantenía siempre en alto. Y el globo se mostraba orgulloso, erguido. Quizá incluso con una cierta chulería. O la chulería es la que tendría él en el caso de poseer algún día alguno de esos. Pero en aquella España de los sesenta, de esos, no había. Tenía que conformarse con estos.

globo suelo

Tardó, pero llegó ese deseado día. ¡¡Qué poco se imaginaba él que esa iba a ser la constante de su vida!! : Ver las cosas tardando. Tratar de trabajarse siempre la virtud de la paciencia. Y nunca suficientemente trabajada: Siempre necesitando mas.

Ahí estaba el acontecimiento vestido de novedad. Y así se hacia pagar, según exclamaron sus padres al comprárselo.

Alrededor del joven que los sujetaba en esa plaza, había varios niños que ya habían realizado su compra. Algunos otros, llorando porque sus padres no accedían al dispendio. Otros, también sin globo, también lloraban… …mientras el globo se alejaba hacia el cielo y en medio de la indignación de los padres que constataban el efímero efecto del gasto.

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Ya no era tan niño. De hecho, hacía tiempo que había dejado de jugar con globos. Es probable que fuera automáticamente después de perderles el miedo a que le explotaran en las manos. Dejó de temer eso y dejó de jugar con ellos. Jugar es excitante. Al juego que le quitas excitación le estás abriendo la puerta del aburrimiento, descubrió.

Pero en esa plaza se abría una nueva era.

Sus padres tuvieron que comprar otro globo para el hermano pequeño. Éste se lo ataron a la muñeca en prevención del escape. Pero a él…. Él enseguida tuvo claro que lo quería llevar en la mano: Sujetarlo él. ¡¡Al fin y al cabo ya era mayor!! Y así fue, no sin la constante presión de las amenazas de su madre de las consecuencias de que se le escapara.

A los diez minutos (que a él le parecieron una eternidad) se dio cuenta de que su mano estaba a punto de gangrena. O al menos estaba empezando a no sentirla. Tal era la fuerza con la que sujetaba el cordel, que apenas reparó en las reivindicaciones de su hermano menor para llevar él también el globo desatado.

Como era de prever, al hermano pequeño se le escapó el globo al primer suspiro. …Con el subsiguiente llanto.

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Él, atónito y expectante, contempló la situación. ¡Que maravilla!, pensó. Inútiles fueron sus esfuerzos para consolar a su hermano. A pesar de que le decía: –¡No llores! ¡Calla! Porque si lloras no podrás oír al globo como llora porque se aleja de ti.

Pasaron los años. El niño creció y los globos también. Ya adulto, tuvo la oportunidad de asistir a un certamen de globos aerostáticos. Y volvió la magia.

Globos Aerostaticos

Sólo pudo asistir desde el suelo. Pero su cabeza, desde ese momento, empezó a estar en el cielo.

No paró hasta conseguir, al menos un día, subirse a uno de ellos.

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Y volar.

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Y ver qué es volar en globo. Con su silencio. ¡Como se oyen tus pensamientos en ese silencio!

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Y verse volando. Mágico.

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Muy especial.

Tiempo después, circulaba en tren. Llegaba a Barcelona ensimismado. Había estado todo el viaje dándole vueltas a cosas. Proyectos, futuro, dificultades, alguna satisfacción…. Todas esas cosas que a uno le ponen en estado de vigilia si se acompaña con el sopor de un madrugón.

La llegada en tren a Barcelona nunca sé si se produce entre unos claros que hay entre túneles… o si hay unos túneles entre los claros. El cambio de luz molesta a la entrada de ambos casos: Pensaba.

El tren ralentizaba su marcha al acercarse a la estación. Lo suficiente como para poderse entretener leyendo alguno de los muchos grafitis que ahí abundan. Y de repente, leyó:

Nunca hagas con los sueños lo que un niño hace con su globo…

Que por jugar lo pierde…

…Y por perderlo… …Llora.

Esta lectura le golpeó hasta despertarle del todo:

  • Los sueños se mueven lentamente, sólo hay que tener paciencia y disfrutar de ellos como si tu talento estuviese a su altura.
  • No hay que asirse a los sueños porque les impides elevarse, que es como se disfruta de ellos: viéndolos subir, crecer.
  • Y, por poco que puedas, móntate encima de ellos. Y volarás.

Espero que hayas disfrutado de este relato. La historia de un niño. Un niño cualquiera. Seguramente como muchos. Y de como creció tanto él como su relación con los globos.

viaje en globo

Te abrazo.

Emprender – La clase

Va a salir una entrada un poco larga. Me temo.

Se ha organizado un Master para emprendedores. Es en Cataluña. Y la primera dificultad (emprender siempre está lleno de dificultades) es traducirlo: Postgrau en Emprenedoría per la UPC. (Universitat Politècnica de Catalunya)


Emprenedoría vendría a ser la vocación de emprender. Y me temo que no tiene traducción. Si ponemos emprendeduría, aparte que saltan todas las alarmas de los correctores, ¿sabes lo que pasa? Que no me suena bien. Me recuerda a la palabra teneduría, aplicada a la contabilidad. Y me parece una palabra absolutamente desacertada: Como si para llevar BIEN una contabilidad, bastara con TENER los libros.

Hace unos días, Abel Ruíz, Director del Postgrado, me escribió pidiéndome una reseña para incluirla en una promoción en la que se viera que esta iniciativa estaba avalada por decenas de empresarios y profesionales.
Se me ha ocurrido algo mejor: escribir aquí la charla que yo daría en ese Postgrado. Ahí va:

Emprender es una actitud. La actitud del descubrimiento. La actitud de la aventura. La actitud de un “buscador” (alguien que no necesariamente encuentra, sino alguien que hace de su vida una búsqueda). Por eso generalmente se relaciona esta palabra con la de vocación.

Las cosas importantes las aprendí en el parvulario. Este es el título de un libro que en su promo dice que es de breves relatos y pequeñas verdades. La principal verdad, cuando lo lees, es que es cierto.

A través de toda la geografía española he estado dando training a casi 4000 vendedores y directivos de la multinacional Würth. Y una de las cosas en las que insistía en cada una de las sesiones era que debían rescatar a ese niñ@ que todos llevamos aún dentro.

Vaya como muestra, las 12 cosas que todos los emprendedores, si convierten su emprendeduría en empresa, deberían aprender de los niños. ….O rescatarlas de ese niñ@ que llevan dentro:

1. Los niños se guían por las leyes de la lógica
Los niños se enfrentan a la vida con los ojos abiertos e interpretan las cosas desde su propio punto de vista, sin dejarse llevar por convenciones y prejuicios. Esta actitud es muy positiva también para los emprendedores, puesto que contemplar el mercado y a la competencia con otros ojos puede ayudar a encontrar ideas nuevas y revolucionarias, que son también la simiente del éxito.
2. Los niños son curiosos
La curiosidad de los niños no tiene límites, como tampoco debería tenerla la de los empresarios. Para triunfar en el mundo de los negocios, hay que recopilar constantemente nuevas ideas y teorías, estar pendiente de lo que hacer la competencia, y desarrollar las mejorar soluciones empresariales para la propia compañía.
3. Los niños son creativos
En lo que a creatividad se refiere, los niños no tienen rival. La misma creatividad que despliegan los más pequeños en todo lo que hacen debería ser desplegada también por los empresarios. Al fin y al cabo, la creatividad genera innovación, clave para triunfar en el mundo de los negocios.
4. Los niños encuentran rápidamente nuevos amigos
Para los niños, cada nuevo contacto es un amigo potencial. Aunque es difícil mostrarse tan sociable como un niño, en el mundo de los negocios la capacidad de relacionarse con otras personas es clave, tanto a la hora de encontrar nuevos socios o inversores como clientes.
5. Los niños no conocen límites, sólo obstáculos
Para los niños no hay nada imposible. En su camino sólo se interponen obstáculos, que no tienen miedo de sortear. En el camino hacia el éxito empresarial, hay también muchos obstáculos, que deben ser contemplados como lo que son y no como barreras infranqueables.
6. Los niños utilizan siempre sus propios recursos, aunque sean limitados
Cuando se topan con un problema, los niños utilizan los recursos que tienen a su alcance, aunque sean limitados, para resolverlo. Un empresario en apuros debería adoptar también este proceder. Si no tiene, por ejemplo, dinero para alquilar una oficina, puede adoptar la decisión de trabajar desde casa, aunque sea manera temporal.
7. Los niños son dependientes
Un niño no puede sobrevivir por sí solo. Necesita para ello la ayuda de sus padres, al igual que un empresario necesita también la ayuda de sus socios, sus trabajadores y sus clientes para salir adelante. Una empresa, al igual que un niño, no es nada sin la ayuda de otras personas.
8. Para los niños, la vida es fácil
Los niños viven despreocupadamente. Hay cosas que les gustan y otras que no y no tienen problema a la hora de mostrar sus preferencias. Igualmente, para dar nuevos bríos a una empresa, a veces se necesita también una buena dosis de sinceridad y honestidad.
9. Los niños intentan aprender de sus errores
Al igual que los niños, los empresarios no deberían tener miedo de cometer errores. A veces los errores son, de hecho, la antesala del éxito, de modo que ¿por qué no equivocarse de vez en cuando?
10. Los niños no le dan demasiada importancia al dinero
En el camino hacia el éxito empresarial, el dinero no es el único factor clave. Al fin y al cabo, ¿de qué sirve tener dinero si no hay motivación y alegría en el trabajo?
11. Los niños rara vez se aburren
Al igual que los niños, los empresarios no pueden permitirse el lujo de aburrirse. Deben estar permanentemente buscando nuevos desafíos y proyectos.
12. Los niños saben cómo divertirse
Una aventura empresarial implica siempre riesgos, pero quien no arriesga no gana. Al igual que los niños no tienen miedo de caerse cuando aprenden a montar en bicicleta, los empresarios deben sacar adelante sus proyectos sin detenerse por los obstáculos que puedan encontrar en el camino.

Para muestra….un botón:


El horizonte no está en la realidad, sino en los ojos que lo miran. Si miras la realidad con tus ojos de niño… el horizonte no tiene límites.

Te abrazo.

Mirar hacia adelante

Esta entrada es un mix de varias que llevo tiempo queriendo hacer. Se podía haber titulado “El hombre frente al espejo”. Porque nunca me gustaron los consejos. Ni darlos ni recibirlos. Por lo tanto, la mejor foto que puede ilustrar este texto es esta…

Hombre ante el espejo

Y lo que viene a continuación se lo digo a esa persona que veo en el espejo. Te lo cuento a ti, por si te sirve de algo.

No seas una persona esclava del pasado y de los recuerdos tristes. No revuelvas una herida que está cicatrizada. No rememores dolores y sufrimientos antiguos. ¡Lo que pasó, pasó!

De ahora en adelante procura construir una vida nueva, dirigida hacia lo alto y camina hacia delante, sin mirar hacia atrás. Haz como el sol que nace cada día, sin acordarse de la noche que pasó. Sólo contempla la meta y no veas qué tan difícil es alcanzarla.

No te detengas en lo malo que has hecho; camina en lo bueno que puedes hacer. No te culpes por lo que hiciste, más bien decídete a cambiar. No trates que otros cambien; sé tú la persona responsable de tu propia vida y trata de cambiar tú.

Deja que el amor te toque el corazón y no te defiendas de él. Vive cada día, aprovecha el pasado para bien y deja que el futuro llegue a su tiempo. No sufras por lo que viene, recuerda que “cada día tiene su propio afán”.

Sé firme en tus actitudes y perseverante en tu ideal, pero sé paciente, no pretendiendo que todo te llegue de inmediato.

Haz tiempo para todo… y todo lo que es tuyo, vendrá a tus manos en el momento oportuno. Aprende a esperar el momento exacto para recibir los beneficios que reclamas y espera con paciencia a que maduren los frutos para poder apreciar debidamente su dulzura.

Busca a alguien con quien compartir tus luchas; una persona que te entienda, te apoye y te acompañe en ella. Si tu felicidad y tu vida dependen de otra persona, despréndete de ella y ámala, pero sin pedirle nada a cambio.

Aprende a mirarte con amor y respeto, piensa en ti como en algo precioso. Desparrama en todas partes la alegría que hay dentro de ti. Que tu alegría sea contagiosa y viva para expulsar la tristeza de todos los que te rodean.

La alegría es un rayo de luz que debe permanecer siempre encendido, iluminando todos nuestros actos y sirviendo de guía a todos los que se acercan a nosotros.

Si en tu interior hay luz y dejas abiertas las ventanas de tu alma,  por medio de la alegría, todos los que pasan en tinieblas a tu lado serán iluminados por tu luz.

No desprecies el trabajo que te toca realizar en la vida. El trabajo ennoblece a aquellos que lo realizan con entusiasmo y amor. No existen trabajos humildes. Sólo hay trabajos bien hechos o mal hechos. Pon tu  vida en ello y si te das cuenta que no puedes, quizás entonces necesites hacer un alto en el camino y experimentar un cambio radical en tu  vida.


…y cambia lo que debas cambiar.

Así, con otro aspecto, con otras posibilidades … !!! Lo harás !!!!

Nunca te des por vencido, piensa que tú puedes. El éxito en la vida no se mide por lo que has logrado, sino por los obstáculos que has tenido que enfrentar en el camino.

Tú y sólo tú, escoges la manera en que vas a afectar el corazón de otros y esas decisiones son de lo que se trata la vida.

Mira hacia adelante. Porque mirando ahí, harás que este día, hoy, sea el mejor de tu vida para alcanzar tus sueños.

Te abrazo.

Síntomas y Remedios

Síntomas provocados por necesidad de algunos alimentos.

Mira que interesante... a partir de una cierta edad, tenemos casi todos estos síntomas, provocados por la falta de determinados alimentos aquí mencionados.

1. DIFICULTAD DE PERDER PESO
LO QUE ESTÁ FALTANDO: Ácidos grasos esenciales y vitamina A.
DONDE OBTENER: semillas de linaza, zanahoria y salmón - además de suplementos específicos.

2. RETENCIÓN DE LÍQUIDOS
LO QUE ESTÁ FALTANDO: en verdad es un desequilibrio entre potasio, fósforo y sodio.
DONDE OBTENER: agua de coco, aceituna, durazno, ciruela, higo,
almendras, nueces, acelga, cilantro y los suplementos..

3. NECESIDAD DE DULCES
LO QUE ESTÁ FALTANDO: cromo.
DONDE OBTENER: cereales integrales, nueces, centeno, plátano, espinaca, zanahoria + suplementos.

4. CALAMBRE, DOLOR DE CABEZA
LO QUE ESTÁ FALTANDO: potasio y magnesio..
DONDE OBTENER: plátano, cebada, maíz, manga, durazno, naranja, tomate y agua.

5. MOLESTIA INTESTINAL, GASES, HINCHAZÓN ABDOMINAL
LO QUE ESTÁ FALTANDO: bacilos vivos.
DONDE OBTENER: cuajada, yogurt y similares.

6. MALA MEMORIA
LO QUE ESTÁ FALTANDO: acetil colina, inositol.
DONDE OBTENER: lecitina de soya, yema de huevo + suplementos.

7. HIPOTIROIDISMO (PROVOCA AUMENTO DE PESO SIN CAUSA APARENTE)
LO QUE ESTÁ FALTANDO: yodo.
DONDE OBTENER: algas marinas, zanahoria, aceite, pera, piña, peces de agua salada y sal marina.

8. CABELLOS QUEBRADIZOS Y UÑAS FRÁGILES
LO QUE ESTÁ FALTANDO: colágeno.
DONDE OBTENER: peces, huevos, carnes magras, gelatina + suplementos.

9. FLAQUEZA, INDISPOSICIÓN, MALESTAR
LO QUE ESTÁ FALTANDO: vitaminas A, C, y E y hierro.
DONDE OBTENER: verduras, frutas, carnes magras + suplementos.

10. DESÁNIMO, APATÍA, TRISTEZA, RABIA, INSATISFACCIÓN
LO QUE ESTÁ FALTANDO: DINERO..........
DONDE OBTENER: Si lo llegas a saber, te pido que me lo digas, no seas egoísta: Mira toda la información que te pase para que tengas una buena salud...

Espero haberte arrancado una sonrisa.

Y recuerda: La medida de tu riqueza viene dada por el valor que tendrías si perdieras todo tu dinero.

Te abrazo