Introducción



Añoranza

El Canto de la Añoranza

Ni que sólo fuese por ver la claridad de tus ojos mirando al mar
Ni que sólo fuese por sentir el roce de una presencia
Ni que sólo fuese podernos decir otro adiós serenamente
Ni que sólo fuese por el suave deslizar de un tiempo perdido a tu lado

Ni que sólo fuese recorrer juntos el bello jardín de tu pasado
Ni que solo fuese porque sintieras como te añoro
Ni que solo fuese por reírnos juntos de la muerte.

EL Cant del Enyor
Ni que només fos, per veure't la claror dels ulls mirant el mar.
Ni que només fos, per sentir el frec d'una presència.
Ni que només fos, poder-nos dir un altre adéu serenament.
Ni que només fos, pel suau lliscar d'un temps perdut al teu costat.
Ni que només fos, recórrer junts el bell jardí del teu passat.
Ni que només fos, perquè sentissis com t'enyoro.
Ni que només fos, per riure junts la mort.
Ni que només fos, poder-nos dir un altre adéu serenament.
Ni que només fos, perquè sentissis com t'enyoro.
Ni que només fos, per riure junts la mort.

Hoy hace siete meses. Y seis de la entrada en este blog: Crisis? What Crisis?

En algunos de mis trainings, hace muuucho tiempo, contaba la historia de mi abuelo y de como me enseñó a vencer a la muerte. Hace muuuucho tiempo decidí dejar de contar esa historia: Me emocionaba demasiado.

Mi abuelo y Joan son dos claros ejemplos de como vencer a la muerte desde la vida. (Seguramente, algún día, dejaré escrita esa historia en este blog. Y será la última vez que la relate.)

Echar a alguien de menos no debería entristecernos: Mientras sea así, permanecerá vivo. La añoranza debe tener rebote.

Debe alegrarnos pues. Y también por el privilegio de ese tiempo, hoy perdido, de haber podido estar a su lado. De haber paseado por ese bello jardín del pasado común.

¡Un abrazo yayo! Una abraçada nen! Estéis donde estéis.

Entretanto, y mientras podemos:

Te abrazo

Ser uno mismo

Rosa y Javier llevaban casi dos años saliendo.

pareja

En opinión de Rosa, formaban la pareja perfecta. Estaba convencida de que Javier era el hombre con el que quería casarse.

Javier, en cambio, no parecía estar listo para formalizar un compromiso. Si a Rosa se le ocurría plantear cualquier tema de futuro, él cambiaba de tema.

Rosa empezó a desesperarse. Decidió que antes que la relación se estropeara por ello, tenía que adoptar una postura firme y clara. Y se determinó a planteárselo a Javier. Si para él la relación no era seria tendrían que romper.

Sabía que alejarse de él la destrozaría. Pero ya no veía otra alternativa. Lo que desde luego no haría sería suplicarle que le pidiese que se casara con él.

Una tarde, mientras se apresuraban por la calle para ir a cenar. Rosa iba absorta en sus pensamientos, ya que durante esa cena tenía la intención de hacerle ese planteamiento a Javier.

Pasaron junto a un hombre sin hogar.

indigente_Quinta_Avenida_Nueva_York

Estaba acurrucado en la acera intentando protegerse del gélido viento. La escena devolvió de golpe a Rosa a la realidad. Y se detuvo en seco ante la visión de ese desconocido sucio, hambriento y muerto de frío.

“Ahora mismo vuelvo” le dijo a Javier. Y sin mediar más palabra, cruzó rápidamente la calle. Entró en una tienda de artículos de segunda mano y más adelante, en la esquina, en un autoservicio. Cuando volvió iba cargada: En una bolsa grande llevaba un grueso abrigo de lana y de una pequeña sacó un envase de sopa caliente y un bocadillo recién hecho. “Tenga, esto es para usted”, dijo sencillamente.

Reanudaron su camino y Rosa volvió a sus pensamientos: Se juró en silencio que esa misma noche le diría a Javier como se sentía.

Una vez sentados, respiró hondo y empezó: “Javier, tengo algo importante que decirte…”

“Antes tengo que decirte algo yo a ti”, le interrumpió Javier.

anillo_de_compromiso

“Lo siento, no tengo un anillo. Pero tengo que pedírtelo: ¿Quieres casarte conmigo?”

La expresión de Rosa mostraba exactamente lo que su emoción le hacía sentir: Sorpresa, alegría… Y porque no decirlo, se sentía abrumada y extrañada a la vez. “¿Porqué en este momento?” logró mascullar como diciéndoselo sólo a sí misma.

“Cuando vi cómo te detenías para darle a ese indigente abrigo y comida caliente –dijo Javier-, pensé: ¿Cómo no voy a pasar el resto de mi vida con alguien así?

La historia, como puedes suponer, acaba con Rosa diciéndole que sí.

La mayoría de las veces creemos que para que las cosas mejoren deben ocurrir grandes cambios extraordinarios. En la mayoría de conflictos creemos que las soluciones pasan por largas conversaciones. Tenemos la tendencia a considerar que son los demás los que tienen que cambiar.

Pero no podemos cambiar a los demás; todo lo que podemos hacer es controlar lo que hacemos.

Gracias a un simple acto, Javier aprendió más sobre Rosa que con centenares de conversaciones con ella. La reacción instintiva de Rosa le dijo todo lo que necesitaba saber sobre los próximos veintitantos años de su vida.

Y todo cambió en un instante. En ese instante en el que Rosa menos pensó. Simple y sencillamente fue ella misma. Sin darle más vueltas. Y todo cambió.

Sé tu mism@.

Te abrazo.

Rompiendo la noche

No dejes que lo que no puedes hacer interfiera en aquello que puedes hacer

 

Liz Murray en su conferencia 'From Homeless to Harvard' explica  parte de su historia personal, en la que reconoce que “ha habido momentos especialmente duros, de mucho dolor”.

liz-murray

Su vida la cuenta en el libro “Breaking Night” (“Rompiendo la noche”), donde narra su infancia en el Bronx, “en una casa en la que la máxima preocupación era si podrían cenar, tendrían electricidad o ropa”.

Murray, nacida en septiembre de 1980, recuerda que era una adolescente cuando su madre tuvo que ser hospitalizada enferma de Sida y ella se convirtió en una 'homeless' (sin techo) junto con su hermana y su padre, quien también había contraído el VIH. Como ella dice: “Me convertí en una de esas personas a las que nadie se quiere acercar cuando la ves por la calle”.

En aquella etapa nació el título de su libro, “Breaking Night”, un término coloquial utilizado en Nueva York, en el Bronx, “cuando pasas toda la noche despierto hasta que amanece”.

Murray pasaba aquellas noches con otros “sin techo” que, como ella, eran conscientes de su situación cuando los primeros rayos de luz les hacían decir: “Hemos roto la noche”. Con el tiempo, al escribir el libro, pensó que “no había mejor título”.

Cuando tenía 16 años su madre murió y ese hecho, “aunque suene extraño, me cambió el alma”, afirma, y añade que le hizo darse cuenta de que “la vida es corta y preciosa. Un regalo”.

Su madre le había enseñado a que fuera agradecida con las cosas que tenía en lugar de quejarse de las que le faltaban. “Eso me abrió el corazón y me inspiró”, recalca la joven neoyorquina.

Pese a todo los males tuvo la determinación de salir a adelante. El resto lo hizo la gente que confió en ella. Sus profesores, una ONG que ayudaba a jóvenes sin techo y numerosas becas que fue consiguiendo gracias a su esfuerzo personal. En junio de 2009 se graduó en Psicología en la Universidad de Harvard y ahora recorre el mundo dando conferencias a jóvenes y ejecutivos sobre motivación personal.

En su libro ha incluido la frase “no dejes que lo que no puedes hacer interfiera en aquello que puedes hacer” -del entrenador de baloncesto John Wooden- porque resume la filosofía de vida que Murray quiere transmitir.

Te abrazo.