Introducción



El vaso de leche

 

Hoy, otro clásico. Va muy bien recordarlo en estos tiempos que corren.

Un día, un muchacho que trabajaba de vendedor puerta a puerta para pagar sus estudios, encontró que sólo le quedaba una simple moneda de diez centavos, y tenía hambre. Decidió que pediría comida en la próxima casa.

Sin embargo, sus nervios lo traicionaron cuando una encantadora mujer joven le abrió la puerta. En lugar de comida pidió un vaso de agua.

vaso de lecheElla pensó que el joven parecía hambriento así que le trajo un gran vaso de leche.

Él lo bebió despacio, y entonces le preguntó, "¿Cuánto le debo? "No me debes nada," contestó ella. "Mi madre siempre nos ha enseñado a no aceptar pago por una caridad". Él dijo ..... "Entonces, te lo agradezco de todo corazón."

Cuando Howard Kelly se fue de la casa, no sólo se sintió físicamente más fuerte, sino que también su fe en los hombres era más fuerte. Él, estaba a punto de rendirse y dejarlo todo.

Años después esa joven mujer enfermó gravemente. Los doctores locales estaban confundidos. Finalmente la enviaron a la gran ciudad, donde llamaron a especialistas para estudiar su rara enfermedad. Se llamó al Dr. Howard Kelly para consultarle. Cuando oyó el nombre del pueblo de donde ella venia, una extraña luz llenó sus ojos. Inmediatamente subió del vestíbulo del hospital a su habitación. Vestido con su bata entró a verla. La reconoció en seguida. Regresó determinado a hacer lo mejor para salvar su vida.

Desde ese día prestó atención especial al caso. Después de una larga lucha, ganó la batalla. El Dr. Kelly pidió a la oficina de administración del hospital que le enviaran la factura total de los gastos para aprobarla.

Él la reviso y entonces escribió algo en el borde y le envió la factura al cuarto de la paciente.

Ella temía abrirla, porque sabia que le tomaría el resto de su vida pagar todos los gastos. Finalmente la abrió, y algo llamo su atención en el borde de la factura.

Leyó estas palabras.....

"Pagado por completo hace muchos años con un vaso de leche - (firmado) Dr. Howard Kelly".

Lágrimas de alegría inundaron sus ojos.

 

El humanismo del Dr. Howard Kelly

El Dr. Howard Kelly era de ascendencia irlandesa nació en Camden, Nueva Jersey, en febrero de 1858 y fue el último de los cuatro fundadores del hospital John Hopkins en ser requerido para iniciar las labores asistenciales y académicas del nuevo hospital. Inició muy joven sus estudios de medicina en 1877 en la Universidad de Pensilvania, en donde el programa docente era extremadamente estricto.

Esta escuela de medicina fue la primera que se abrió en los Estados Unidos de manera formal en 1763. Le siguieron el King’s College, más tarde Universidad de Columbia en 1767, y luego Harvard en 1782. En mayo de 1882 recibió con honores el título de médico, para iniciar su entrenamiento de post grado en el Hospital de Kensington, cerca de Filadelfia, en donde se aficionó a la ginecología médica y quirúrgica, así como a la carrera docente que lo llevó a alcanzar el título de Profesor de la Universidad de Pensilvania.

¿Cuántas personas pasan por nuestras vidas? Pero siempre hay una... que nos dice una palabra o un gesto en el momento más crucial de nuestro camino. A veces es la persona menos imaginada pero pasado el tiempo la recordamos por la buena orientación que nos ofreció.

¿Y a ti, te ha sucedido?

Hay quién, cuando ayuda, espera recompensa: Cobrárselo algún día. Son los que usan tanta memoria para eso que nunca recuerdan que, un día, alguien les ayudó a ellos.

“Lo que haces hoy, mañana puede marcar la diferencia en tu vida.”

Nunca olvides a quién te ayudó. Nunca ayudes esperando recompensa.

Gracias

Te abrazo.

Rutinas, expertos y gurús.

 

Hay gente que me tiene en muy buena consideración. Tanto es así, que algunos me han llegado a confesar que, en muchas ocasiones, me buscan y requieren mi parecer. Y lo toman como referencia. Debe ser fruto de la naturaleza de mi trabajo: Soy consultor en recursos humanos. (Más sobre mi)

Aunque creo que es también por mi curiosidad: Hace tiempo que escucho a mucha gente. También escucho a personas. Me gusta el estudio de los comportamientos y lo llevo haciendo desde hace mucho tiempo. Leo, estudio, intento mantenerme al día con los avances, estudios y experimentos, cultivo mis contactos… Y trabajo. Trabajo mucho. Hay quien cree que trabajo siempre. Y no le falta parte de razón.

No les falta parte de razón en lo del trabajo. Porque lo de  tenerme en buena consideración… Te voy a confesar que, sinceramente, nunca llego a comprender del todo, cuando me contratan, donde estuvo el clic que lo cambió todo. Siempre concluyo que es fruto de tooooodo un proceso muy trabajado.

Hoy en día, debido a la intensa incertidumbre, la gente necesita gurús. Y no deja de buscarlos. Y como la ley de la oferta y la demanda es así, además, no cesan de aparecer gurús y expertos.

guru

Ríete, pero se están viendo cosas más esperpénticas aún… Aunque las hayamos normalizado: Gente que publica libros sin haber escrito nunca (A menudo dudo de si saben o no escribir algunos de estos personajes). Deportistas que por el hecho de ser mediáticos y tener una buena “flora” verbal dan lecciones de liderazgo y de trabajo en equipo (Aunque sean incapaces de mantener un cargo directivo durante dos años…) (Estooooo ahí no cuenta la sociedad que hayan montado para su ingeniería fiscal) ….En fin… Para que continuar: Intrusismo hay en todas las profesiones. En cualquier colectivo profesional uno de los principales debates es cómo combatir el intrusismo.

Con lo difícil que es ser un experto en algo. Con la dedicación que requiere. Con el tiempo, el trabajo, los errores y fracasos, con la creatividad que hay que poner queriendo hacer siempre las cosas un poco mejor.

experto

 

 

Pero hay tanta sed… Como en el desierto con los espejismos, eso está pasando con los expertos y con los gurús.

A ver si te vas a creer que traen colgando de su llavero la llave que te va a solucionar todo.

 

 

llave felicidad

¡¡¡¡Pongamos un gurú en nuestra vida!!!! ¡¡¡¡Y así no nos hará falta pensar!!!!

¿Que tenemos que cambiar algo porque la situación está difícil?

¡¡¡¡Pongamos un gurú en nuestra vida!!!! ¡¡¡¡Y así no nos hará falta pensar!!!!

rutinas

 

Sobre los gurús.

Esta historia comienza cuando un sabio llegó a un pequeño pueblo en algún lugar lejano de Medio Oriente.

Era la primera vez que estaba en ese pueblo y una multitud se había reunido en un auditorio para escucharlo. Él, que en verdad no sabía que decir, porque él sabía que nada sabía, se propuso improvisar algo y así intentar salir del atolladero en el que se encontraba.

Entró muy seguro y se paró frente a la gente. Abrió las manos y dijo:

-Supongo que si ustedes están aquí….  ya sabrán que es lo que yo tengo para decirles.
La gente dijo: -No... ¿Qué es lo que tienes para decirnos? No lo sabemos ¡Háblanos! ¡Queremos escucharte!
Y él contestó:
-Si ustedes vinieron hasta aquí sin saber qué es lo que yo vengo a decirles, entonces no están preparados para escucharlo.
Dicho esto, se levantó y se fue.

La gente se quedó sorprendida. Todos habían venido esa mañana para escucharlo y el hombre se iba simplemente diciéndoles eso. Habría sido un fracaso total si no fuera porque uno de los presentes -nunca falta uno- mientras el sabio se alejaba, dijo en voz alta: -¡Qué inteligente!

Y como siempre sucede, cuando uno no entiende nada y otro dice "¡qué inteligente!", para no sentirse un idiota uno repite: "¡sí, claro, qué inteligente!". Y entonces, todos empezaron a repetir:
-Qué inteligente.
-Qué inteligente.
Hasta que uno añadió:
-Sí, qué inteligente, pero... qué breve.
Y otro agrego:
-Tiene la brevedad y la síntesis de los sabios. Porque tiene razón. ¿Cómo nosotros vamos a venir aquí sin siquiera saber qué venimos a escuchar? Qué estúpidos que hemos sido. Hemos perdido una oportunidad maravillosa. Qué iluminación, qué sabiduría. Vamos a pedirle a este hombre que dé una segunda conferencia.

Entonces le fueron a ver y se lo pidieron. La gente había quedado tan asombrada con lo que había pasado en la primera reunión, que algunos habían empezado a decir que el conocimiento de él era demasiado para reunirlo en una sola conferencia.
Y él les contestó:
-No, es justo al revés, están equivocados. Mi conocimiento apenas alcanza para una conferencia. Jamás podría dar dos.
La gente dijo:
-¡Qué humilde!
Y cuanto más insistía en que no tenía nada para decir, con mayor razón la gente insistía en que querían escucharlo una vez más. Finalmente, después de mucho empeño, accedió a dar una segunda conferencia.

Al día siguiente, el supuesto iluminado regresó al lugar de reunión, donde había más gente aún, pues todos sabían del éxito de la conferencia anterior. El sabio se paró frente al público e insistió con su técnica:
-Supongo que ustedes ya sabrán que he venido a decirles.
La gente estaba avisada para cuidarse de no ofender al maestro con la infantil respuesta de la anterior conferencia; así que todos dijeron:
-Sí, claro, por supuesto lo sabemos. Por eso hemos venido.
El sabio bajó la cabeza y entonces añadió:
-Bueno, si todos ya saben qué es lo que vengo a decirles, yo no veo la necesidad de repetirlo.
Se levantó y se volvió a ir.
La gente se quedó estupefacta; porque aunque ahora habían dicho otra cosa, el resultado había sido exactamente el mismo. Hasta que alguien, otro alguien, gritó:
-¡Brillante!
Y cuando todos oyeron que alguien había dicho "¡brillante!", el resto comenzó a decir:
-¡Si, claro, este es el complemento de la sabiduría de la conferencia de ayer!
-Qué maravilloso
-Qué espectacular
-Qué sensacional, qué bárbaro
Hasta que alguien dijo:
-Sí, pero... mucha brevedad.
-Es cierto- se quejó otro
-Capacidad de síntesis- justificó un tercero.
Y en seguida se oyó:
-Queremos más, queremos escucharlo más. ¡Queremos que este hombre nos de más de su sabiduría!

Entonces, una delegación de los notables fue a verle para pedirle que diera una tercera y definitiva conferencia.

Él dijo que no, que de ninguna manera; que él no tenía conocimientos para dar tres conferencias y que, además, ya tenía que regresar a su ciudad de origen.

La gente le imploró, le suplicó, le pidió una y otra vez; por sus ancestros, por su progenie, por todos los santos, por lo que fuera. Aquella persistencia lo persuadió y, finalmente, aceptó temblando dar la tercera y definitiva conferencia.

Por tercera vez se paró frente al público, que ya eran multitudes, y les dijo:
-Supongo que ustedes ya sabrán de qué les voy a hablar.
Esta vez, la gente se había puesto de acuerdo: sólo el intendente del poblado contestaría. El hombre de primera fila dijo:
-Algunos si y otros no.
En ese momento, un largo silencio estremeció al auditorio. Todos, incluso los jóvenes, siguieron al sabio con la mirada.
Entonces el maestro respondió:
-En ese caso, los que saben... cuéntenles a los que no saben.
Se levantó y se fue.

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Te abrazo